1939: Consiguen la franquicia
La encomiable labor de Don Arturo Estrada
Monterrey, N.L. (www.sultanes.com.mx / Horacio Ibarra) Abril 26, 2016.- No fue nada fácil la encomienda de darle beisbol profesional a la ciudad de Monterrey, pero Arturo Estrada y Blas Díaz Peña afrontaron el reto ante las altas autoridades de la liga moviendo los hilos en forma magistral, logrando que la sultana del norte tuviera pelota profesional. Antes de eso hubo que cumplir con algunos condicionamientos para que la franquicia fuera aceptada.
Por varios años el Carta Blanca había sido apoyado por una sociedad, contándose entre sus miembros a los señores Arturo Martínez Calzado y Daniel Martínez Sada, la cual se disolvió a finales de 1938, debido a problemas económicos existentes, para colmo, al parejo con Monterrey se registró otro equipo (Metepec), el cual mostraba ventaja al contar con peloteros contratados.
Parecía que las buenas intenciones para traer la pelota profesional a Monterrey quedaban en el intento. Ernesto Carmona era el presidente del circuito, el cual era integrado por siete clubes. La posibilidad de abrir una octava plaza estaba latente.
Las cosas se fueron acomodando conforme transcurrían los meses. La presidencia de la liga realizó un par de reuniones para decidir cuál de los dos equipos era aceptado. La ciudad de México fue sede de ambas reuniones, llamando a estas La junta de los magnates, haciendo alusión a las altas personalidades que se presentaron. Las reuniones se llevaron a cabo el 31 de enero y 1 de febrero, respectivamente.
Díaz Peña estuvo presente en ambas sesiones. En la primera se estudió la inclusión del club y en la segunda fue aceptada la propuesta del equipo regiomontano.
La presidencia de la liga exigió a los dos clubes que presentaran sus listas de peloteros.
Metepec enseñó su roster y Díaz Peña echó a andar su imaginación, inventando un lineup probable. Este fue asesorado por Guillermo Yamo Ornelas, quien iba a ser el manager de la novena, dando nombres de algunos jugadores probables que podían vestir el uniforme del Carta Blanca.
El 1 de febrero de 1939 fue un día histórico para la ciudad de Monterrey, al ser aceptada como nueva franquicia en la Liga Mexicana de Beisbol, después de dos horas y media de negociaciones. El Club de Beisbol Monterrey por fin era parte integral de la Liga Mexicana.
Monterrey admitido para la zona centro de la Liga Mexicana, cabecearon las páginas deportivas de los diarios locales y nacionales de aquellos tiempos.
Las piezas se fueron moviendo como lo hiciera un experimentado maestro de ajedrez y mientras Díaz Peña arreglaba la inclusión del equipo en suelo capitalino, en Monterrey se integraba una nueva sociedad entre Ricardo Margáin Zozaya, Gustavo Sada Paz y Aurelio P. Ferrara, personajes altamente reconocidos en Monterrey, con nexos importantes con la empresa cervecera de la localidad, que iba a ser su principal patrocinadora a través de los años.
El dinero de la inscripción les fue solicitado el 10 de febrero. Sin embargo, al no estar registrada la Sociedad el requisito no pudo cumplirse inmediatamente. Fue solicitada una prórroga para el 13 de febrero, llegándoles una notificación de parte de la presidencia de la liga.
Carmona, en su carácter de presidente de la liga les hizo ver que si no pagaban para esa fecha su inscripción y no facilitaban su lista de jugadores requerida, podría darse su expulsión ameritada por incumplimiento.
Tres días más tarde Monterrey depositaba la fianza correspondiente (100 pesos). Al realizarse el pago solicitado, el club representativo de la sultana del norte ingresaba oficialmente al seno de la liga de verano.
Ese mismo día llegó un telegrama enviado por el entonces presidente de la Liga Mexicana de Beisbol, Ernesto Carmona, con la siguiente descripción; sesión hoy acordaré conceder equipo Monterrey plazo jueves próximo pagar cuota inscripción y hasta lunes presentar lista jugadores, falta cumplimientos amerita expulsión liga” atte. Ernesto Carmona.
La constitución de la sociedad que manejaría los destinos de la franquicia quedó establecida el 15 de marzo. Aurelio P. Ferrara quedó a cargo de la sociedad, la cual se complementaba con la presencia de Gustavo Sada Paz y Miguel Margáin Zozaya. El 28 de junio quedaba debidamente establecida la sociedad, cumpliendo con los estatutos requeridos por la Liga Mexicana.
Su primera decisión fue darle el mando a Guillermo Yamo Ornelas, quien había defendido anteriormente los colores del Carta Blanca.
Todavía no existía el profesionalismo en la ciudad de Monterrey, pero el Carta Blanca era el equipo representativo de los regios, equipo que les había dado muchos triunfos y satisfacciones jugando en el parque Cuauhtémoc, que en aquellos años tenía su entrada por la calle del mismo nombre.
La directiva quería un equipo triunfador, un equipo de renombre, un equipo acorde al empuje de la urbe que empezaba a transformarse en forma vertiginosa. Eso fue fundamental para que un grupo de empresarios con alta capacidad económica decidiera organizarse y tener un club con cualidades excepcionales en la sultana del norte.
Por eso mismo, decidieron contratar a jugadores reconocidos, apoyándose en la experiencia y conocimiento de Ornelas, quien se convirtió en pieza clave en la llegada de algunos peloteros, sobre todo, norteamericanos de color que jugaban en el valle de Texas y que reunían cualidades para destacar en nuestra pelota.
La prohibición racial en el béisbol de Estados Unidos ayudó para que muchos jugadores de raza negra pudieran participar en la sultana del norte.
Fue así como llegaron peloteros de la talla de Joe Naranjo, el catcher Quincy Trouppe, además de los lanzadores Jimmy Direux, Roosvelt Davis, Eugene Smith, Leroy Field, Eugene Bremer y Bill Jefferson, estelar de la lomita.
El Carta Blanca aceleró sus entrenamientos con miras a la naciente temporada y el 25 de marzo tuvo su primer juego de preparación, frente al Cuauhtémoc y Famosa, otra de las novenas reconocidas de la entidad beisbolera. El Carta Blanca tuvo un arranque positivo al ganar el partido por tres carreras a dos, ante una gran asistencia de aficionados, quienes tuvieron el privilegio de ver el primer encuentro de la novena que más tarde se convertiría en la de mayor tradición en el seno del circuito.
Un día más tarde dividió resultados ante la misma escuadra. En la mañana triunfó por cinco carreras a una y por la tarde fue derrotado por doce carreras a nueve.